El deseo de formar una familia es, para muchas personas, una parte muy importante de su vida. El problema aparece cuando tras mucho tiempo comprueban que no son capaces de concebir un hijo de manera natural. Asumir esto es muy duro, y en muchos casos lleva a sufrir cuadros de ansiedad y/o depresión, con sentimientos de culpa y baja autoestima.
Es entonces cuando muchas parejas deciden llevar a cabo un tratamiento de reproducción asistida, con la sensación de inseguridad e incertidumbre que conlleva (ya que no siempre se asegura el embarazo), pero a la vez con ilusión y esperanza.
El tratamiento en sí mismo ya se considera un acontecimiento estresante, debido al impacto que supone a nivel emocional, y a las alteraciones físicas y psicológicas que sufre la mujer debido a la carga hormonal provocada por el tratamiento (la inmensa mayoría de mujeres sienten mucha ansiedad y cambios de humor a lo largo del proceso). Sin embargo, se sabe que el estrés y la depresión tienen repercusiones negativas a nivel fisiológico, y en muchos casos impiden el embarazo.
Por ello es tan importante la posibilidad de recibir un apoyo psicológico, que permita bajar los niveles de ansiedad y disminuya a su vez los pensamientos negativos que pueden mantener un estado de ánimo más bajo.
Muchos estudios han demostrado que la terapia psicológica como apoyo al tratamiento reproductivo aumenta significativamente la probabilidad de conseguir el embarazo, y es por esta razón que ya se está empezando a incluir la figura del psicólogo como un profesional necesario para conseguir buenos resultados a lo largo del tratamiento.