Las personas podemos experimentar diferentes estados de ánimo. Podemos sentirnos tristes o apáticos en un determinado momento, de forma pasajera, o en función de un suceso negativo que hayamos vivido (pérdida del trabajo o de un ser querido, etc.).
Estos síntomas, en principio adaptativos, pueden volverse más intensos o cronificarse, interfiriendo de forma importante en nuestra vida diaria. La desesperanza y los sentimientos de angustia pueden llegar a controlar nuestros pensamientos y conductas, y es posible que empecemos a sentir molestias físicas sin causa aparente, tales como dolores difusos (de cabeza, dolores musculares…), problemas digestivos, problemas de sueño, pérdida o aumento de peso, etc.
Para poder salir de este estado que nos incapacita y nos impide ser nosotros mismos ante la vida, es muy importante buscar la ayuda de expertos profesionales y decidirse a seguir una terapia psicológica.