En momentos de crisis como el que estamos viviendo, es posible que escuches o leas frases relacionadas con que las crisis son una oportunidad. Por supuesto, si se dan una serie de factores es probable que los momentos adversos te acaben fortaleciendo, pero no siempre es así. ¿Por qué? ¿Qué tiene que pasar para que pueda salir fortalecido?
TIPOS DE CRISIS
Existen varios tipos de crisis:
- CRISIS EVOLUTIVA: aparece en momentos de transición a lo largo del desarrollo (paso de la adolescencia al mundo del adulto, la maternidad, el «nido vacío» -cuando los hijos se independizan- la jubilación…). Son esperables, la persona podría prepararse para ellas previamente.
- CRISIS SITUACIONAL: situaciones muy dolorosas aparecen de manera imprevista, y por causas normalmente externas al sujeto, el cual trata de afrontar de la mejor manera posible, con los recursos de que dispone en ese momento.
Independientemente del tipo de crisis que se esté dando, lo que está claro es que una crisis implica el concepto de transformación, y nos ayudará a descubrir lo que estamos dejando atrás, así como los recursos que vamos a necesitar adoptar para poder avanzar en el proceso. Y dependiendo de lo que hagamos con todo ello podremos seguir adelante fortalecidos o sintiéndonos más limitados y perjudicados que antes. Los resultados de la crisis dependen sobretodo del modo en que la afrontamos.
Desde hace unos meses nos hemos visto inmersos en una crisis sanitaria global, una situación que nos ha obligado a la fuerza a adaptarnos a circunstancias muy adversas, cambiando nuestras rutinas y nuestra manera de relacionarnos con nuestro entorno y con las personas a las que queremos. Hemos dejado atrás unas maneras de hacer las cosas, y hemos aprendido (o estamos en ello, más bien) otras: distancia social, mascarillas, desinfección de manos, calzado…
El resultado de esta situación depende sobretodo de dos factores clave:
- La personalidad del sujeto (acorde también a su historia de vida).
- La forma en que el sujeto responde a las demandas de la situación.
ESTILOS Y ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO
Cada persona tiene un patrón habitual a la hora de enfrentarse a los problemas, y a esto le llamamos estilo de afrontamiento:
- La persona con tendencia al pesimismo y la negatividad suele percibir la realidad con más amenaza, miedo, o una sensación aumentada tras cualquier tipo de pérdida. Por ello, ante un momento como este es más fácil que le surjan pensamientos negativos y sensación de desesperanza, lo cual puede llevarle a hundirse más fácilmente y a no saber cómo salir adelante o no tener fuerzas para ello.
- La persona con tendencia al optimismo, a pesar de sufrir también y tener que adaptarse a los cambios con esfuerzo, tiene más facilidad para encontrarle un sentido a lo que está viviendo, enfocar la realidad desde otra perspectiva, pudiendo ver posibles caminos, y poniendo en marcha recursos que le ayudan a salir fortalecido. Suelen ser las personas más resilientes.
Para poder resolver la crisis, ponemos en marcha nuestras estrategias de afrontamiento, que pueden organizarse en dos categorías:
- Estrategias dirigidas a la EMOCIÓN: son aquellas que permiten a la persona regular la respuesta emocional causada por la situación estresante. (Algunas estrategias cognitivas de este tipo son la evitación, distanciamiento, la búsqueda de valores positivos, y a nivel conductual pueden ser actividades como hacer deporte, relajación o hablar con amigos).
- Estrategias dirigidas al PROBLEMA: suponen definir el problema, buscar soluciones alternativas, elegir la más conveniente y actuar en consecuencia. (Hay estrategias que tratan de modificar el entorno, las presiones y obstáculos existentes, etc., y otras que se refieren al propio sujeto, como aprender nuevos recursos o cambiar las prioridades).
Al principio parecía hacerse más hincapié en la importancia de ser activo y centrarse en el problema para salir fortalecido de un momento de crisis, sin embargo, parece ser que las personas que cuentan con un amplio repertorio de estrategias de afrontamiento y que son flexibles para utilizar unas u otras dependiendo de las circunstancias, son las que tienen más posibilidades de superar estas situaciones con éxito.
De hecho, la mayor parte de las veces, las personas solemos utilizar estrategias de ambas categorías. Es posible que tratemos de aprender a hacer las cosas de una manera diferente, y a la vez busquemos el apoyo de nuestros seres queridos, hagamos algo de ejercicio, tratemos de hacer algo que nos relaje, etc… Todo esto nos puede ayudar a cambiar la perspectiva, y hacer que podamos enfrentarnos a la situación con más seguridad y fortaleza.
RECUPERAR LO IMPORTANTE Y ESENCIAL
Una vez hemos atravesado una crisis, existe la oportunidad de volver a lo que es esencial e importante para nosotros. Es posible que nos hayamos rendido, o que lo hayamos apartado de nuestra vida mientras tratábamos de enfrentarnos a los problemas. Las crisis pueden llevarnos a hacernos preguntas trascendentales como:
- ¿Cuál es el sentido de todo esto?
- ¿Quién soy y qué necesito realmente?
- ¿Qué es lo que se supone que debo hacer con mi vida?
Todo esto nos puede ayudar a centrar nuestra atención y nuestro empeño en buscar un cambio en positivo, recuperando aquellas cosas que nos hacen felices y nos motivan, y desechando aquellas conductas que nos perjudican, con el fin de crecer a nivel personal.
BENEFICIOS QUE NOS APORTAN LAS CRISIS
Hemos de tener claro que todas las crisis van a implicar una transformación. Una vez hayamos conseguido alcanzar un punto más estable, podremos apreciar con más claridad los beneficios que nos ha aportado este proceso de cambio. Aquí están los que aparecen con más frecuencia:
- Mayor acercamiento a los demás
- Compromiso renovado con las prioridades vitales
- Incremento de la sensibilidad y empatía
- Más capacidad para salir de la zona de confort
- Mayor conciencia sobre la salud
- Más capacidad para aprender de los errores
- Mayor sentido de la espiritualidad
- Incremento de la preocupación por el mundo
(NOTA: La fotografía hace referencia a un tipo de arte japonés llamado Kintsugi, que repara las piezas de cerámica rotas uniéndolas con un barniz espolvoreado de oro, dando presencia y valía a sus cicatrices. No se ocultan, se exhiben, y estas heridas nos recuerdan que debemos apreciarnos como somos, imperfectos y en continuo aprendizaje de vida).
«Quien tiene un porqué para vivir encontrará casi siempre el cómo» (Nietzche)