Continuamente empleamos palabras como “obsesivo” o “maniático”, refiriéndonos a maneras de comportarnos algo exageradas y que podrían provocarnos malestar en nuestra vida diaria.
Es normal preocuparnos con el hecho de no haber cerrado con llave la puerta de casa, e ir a comprobarlo para asegurarnos de que lo hemos hecho. Sin embargo, cuando esta preocupación nos lleva a comprobarlo 20 veces seguidas, parece evidente pensar que tenemos un problema. Es saludable lavarse las manos antes de comer, pero no lo es tanto hacerlo 50 o 100 veces al día por miedo a contraer una enfermedad. Estos son algunos de los muchos ejemplos que pueden existir como síntomas de un trastorno de ansiedad llamado Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) y que podemos tratar en mi consulta en el centro de Valencia.
Este trastorno se caracteriza por la aparición de pensamientos intrusivos, ideas o imágenes que se repiten de manera espontánea. Normalmente la persona sabe que esos pensamientos son absurdos o inapropiados, pero le provocan un gran malestar y suelen deteriorar su calidad de vida. A este tipo de pensamientos les llamamos “obsesiones”. Por ejemplo, una obsesión es que se repita todo el tiempo la idea de que puedo asesinar a mi hijo (aunque sea algo que no haría nunca, a pesar de que le quiero con locura, etc.).
Cuando aparecen estos pensamientos, la persona suele realizar algún tipo de conducta o ritual, con el fin de prevenir o aliviar el malestar que provocan. A estas conductas les llamamos “compulsiones”. Esto es, siguiendo con el ejemplo anterior, si me asalta el pensamiento de que en un impulso puedo matar a mi hijo, llevaré a cabo una conducta determinada para evitar que eso ocurra (hacer que lo coja mi marido, o mi madre y pedirles que no me lo dejen coger, por si cedo a mi “locura”, etc.).
Lo que suele ocurrir es que, a pesar de ser únicamente un pensamiento que se aparece en la mente, y que se reconoce como absurdo o irracional, la persona ocupa gran parte de su tiempo tratando de neutralizarlo, debido al gran malestar que le provoca, y cada vez necesita más tiempo para contrarrestar estas ideas o imágenes. Y estas conductas que al principio les aliviaban, ahora no les resultan muy útiles, con lo cual cada vez sienten más ansiedad y realizan más compulsiones.
Este trastorno resulta desesperante para quien lo sufre, y provoca una gran sensación de angustia. Normalmente, suele verse afectado el estado de ánimo, llegando a sufrir episodios depresivos y afectando a su vida laboral y personal.
Para resolver este problema se recomienda llevar a cabo una terapia de corte cognitivo-conductual, ya que este tipo de tratamiento tiene un índice muy elevado de resultados favorables, ayudando al paciente a recuperar poco a poco su calidad de vida.